ELLA SE ENAMORÓ DE UN NAZI, DE LOS QUE ASESINARON A SU PADRE
Esta es parte de las historias infames que se esconden detrás de grandes nombres y enormes fortunas en Europa. En Alemania particularmente y también en otros países.
En este caso se trata de la fábrica Benckiser que después de la Segunda Guerra se convirtió en uno de los conglomerados de bienes de consumo más grandes del planeta. Conocido hoy como JAB Holding Company y aún controlado por la familia Reimann, tiene un valor de más de $ 20 mil millones y es dueño deKrispy Kreme Donuts, Peet’s Coffee, Einstein Bros. Bagels, Stumptown Coffee Roasters, Pret A Manger, Keurig y otras marcas relacionadas con el desayuno. En 1981 se unió a la compañía Peter Harf, convirtiéndose en su presidente,su padre era nazi, así que nunca se creyó la cuestión de que la organización no tenía nada que ocultar sobre su pasado. Según dijo y “de acuerdo a las historias que circulaban había algo que olía muy mal”.
En 2012, la firma compró marcas muy conocidas de café llamando la atención mundial. Harf insistió en que la familia contratara un académico independiente, para que investigara en sus archivos. En 2016, eligieron a Paul Erker, un historiador económico de la Universidad de Munich, que descubrió una historia horrible. Comenzó cuando una joven de 19 años Emilie Landecker, fue a trabajar para Benckiser, una compañía alemana que fabricaba productos de limpieza industrial y que estaba muy orgullosa de ser absolutamente aria. Era 1941, la joven Emilie era mitad judía y estaba aterrorizada ante la posibilidad de ser deportada. Su padre judío fue asesinado por los nazis. Su jefe, Albert Reimann hijo,eraun nazi fervoroso, “seguidor incondicional” de la teoría de la raza aria. Sorprendentemente, se enamoraron. Tuvieron tres hijos, a pesar de que Reiman estaba casado con una mujer con la que no los tuvo. Esta sórdida historia, pues Landecker no solo era nazi, también explotó a los prisioneros que fueron obligados a trabajar en su fábrica, no se corresponde con los finales felices donde los malos son castigados y los buenos premiados. Como gran parte de la historia alemana posterior al año 1945. Porque la familia obtuvo una riqueza colosal después de la guerra. La relación entreReiman y Emilie Landecker fue mantenida en secreto durante mucho tiempo, pero en 1960 él adoptó a sus hijos. Hoy, dos de ellos poseen una participación combinada enJAB de alrededor del 45 por ciento. Durante décadas, dicen, no sabían sobre el nazismo de su padre ni sobre los abusos que se cometieron en la empresa que heredaron. Reiman murió en 1984 y la mujer en 2017. Ninguno de los dos habló sobre su pasado. Durante décadas, los niños sabían que sus padres se habían conocido “en la compañía”. Sabían que su abuelo materno, Alfred, había sido asesinado por los nazis. Pero hasta este año, no sabían que su padre había sido un ferviente nazi. Cuando los niños preguntaron acerca de las raíces judías de la familia, dijo Wolfgang, Emilie Landecker hablaba evasivamente sobre haber crecido en un “medio judío” y luego advertiría a sus hijos que dejaran de hablar sobre “esas cosas viejas”. Wolfgang Reimann dijo que lo único que su padre les contó a sus hijos sobre la guerra fue que los trabajadores forzados habían amado tanto a la compañía, que lloraron cuando terminó el conflicto y tuvieron que irse. “Afirmó que los trabajadores franceses a menudo obtenían un poco de vino tinto los sábados”, dijo Wolfgang, “y que las personas trasladadas de otros campos dijeron que Benckiser era el mejor campo en el que habían estado. De acuerdo con el historiador Erker, los Reimann fueron antisemitas y nazis mucho antes que los nazis llegaran al poder. Reiman hijo fue uno de los primero partidarios del nazismo en tanto que su padre se afilió en 1931, su hijo en 1932. “Reimann padre e hijo no solo fueron seguidores oportunistas del régimen”, dijo Harf. “Estaban totalmente comprometidos con el proyecto nazi”. Benckiser era entonces una empresa química industrial de tamaño mediano, que producía productos como los ácidos cítricos, un químico para ablandar el agua, suplementos para alimentos infantiles y fosfatos utilizados en la fabricación de salchichas. En 1933, empleaba a 181 personas. Como proveedor importante para la industria alimentaria, Benckiser se benefició con el régimen nazi, triplicando las ventas durante la década. Reimann se desempeñó como presidente de la Cámara de Industria y Comercio regional, que ayudó a organizar la arianización, expropiación y expulsión de empresas judías. Benckiser en sí no se benefició de negocios que habían sido tomados de propietarios judíos, y nunca utilizó mano de obra de campos de concentración, como era común en compañías más grandes como Messerschmitt, un antecesor de Airbus o IG Farben, que más tarde se dividió en compañías como BASF y Bayer. Pero a partir de finales de 1940, los Reimann se aprovecharon de manera rutinaria del trabajo esclavo: hombres y mujeres que fueron sacados de sus hogares en los territorios ocupados por los nazis, así como prisioneros de guerra, que fueron asignados por los nazis a granjas y empresas industriales en toda Alemania. En esa época, Emilie Landecker comenzó a trabajar en el departamento de contabilidad como empleada administrativa. En 1943, 175 personas, o un tercio de la fuerza laboral total, eran trabajadores forzados, la mayoría de ellos de Francia y Europa del Este. Benckiser operó dos campos de trabajo, uno de ellos supervisado por un brutal capataz, Paul Werneburg, que había estado en la compañía desde 1910. Las mujeres fueron abusadas, los trabajadores pateados y golpeados, entre ellos una mujer ucraniana que también limpiaba en la villa privada de los Reimann. Durante un bombardeo en 1945, Werneburg echó a docenas de trabajadores de un refugio de bombas del campamento. Treinta resultaron heridos, y uno murió. A medida que se propagaba la noticia de la brutalidad de Werneburg, incluso la oficina nazi local a cargo de la asignación de trabajadores forzados, reprendió a los Reimann por maltratar a sus trabajadores. Emilie Landecker había visto todo esto, dijo su hijo, Wolfgang Reimann, en un correo electrónico. “Ella vivió el espectáculo de horror que sucedió en nuestra propia compañía”, dijo. “Probablemente se sentó en el mismo búnker cuando Werneburg echó a los trabajadores” Los nazis tomaron el poder en 1933. Dos años más tarde, las leyes de Nuremberg, que institucionalizaron las teorías raciales de los nazis, despojaron a los judíos de sus derechos de ciudadanía. Emilie Landecker estaba trabajando en Benckiser cuando la Gestapo vino por su padre. Era el 24 de abril de 1942. Landecker, un veterano de la Primera Guerra Mundial y contable exitoso, había sido un padre cariños criando a sus hijos a la muerte de su mujer. “Entonces, usted judío sucio”, dijo el oficial.” Estás listo para hacer un viaje?” Alfred Landecker cerró su maleta y se puso el abrigo. Luego abrazó y besó a su hijo por última vez. “Willi, quédate en casa para que nadie asocie mi Estrella de David contigo”, dijo Landecker, y luego le pidió que se despidiera de sus hermanas. “Dale mi amor a Emmi y Gerdele. Compórtate, y obedece a Dios”. En una carta de despedida a su hija Landecker escribió “Luchamos durante cinco años solo para para haber llegado a esto” “Espero que ustedes, mis queridos hijos, sigan portándose bien y sean buenos, y sigan amándome, aunque sufran porque de mí.” Los Reimann nunca dejaron de ser nazis. Hasta 1945 creían en la “victoria final” de Hitler. Reiman al fin de la guerra fue arrestado e internado por los aliados. Rechazó las acusaciones de que había sido un “nazi temprano y entusiasta” como meras “denuncias”, insistiendo en que fue una víctima de los nazis. Mientras que los franceses impidieron que Reimann continuara sus actividades, los funcionarios estadounidenses anularon el juicio y lo clasificaron como un “seguidor” del nazismo, en lugar de un nazi activo. Las revelaciones sobre el pasado familiar han conmovido a los Reimann más jóvenes. “Cuando escuché y leí las atrocidades cometidas en Benckiser, con la anuencia de mi mi abuelo, sentí ganas de vomitar”, dijo Martin Reimann, de 30 años, nieto de Emilie Landecker y de Reimann “No puedo afirmar que antes me interesaba mucho la política. Solo estaba viviendo mi vida. Pero después de lo que pasó, cambié de opinión. Tengo que hacer algo. En nuestro consejo familiar, la generación más joven creó un poco de rebelión”. Al nombrar su fundación con el nombre de su abuelo judío, Alfred Landecker. Pero también está vinculando explícitamente la memoria de crímenes pasados a la lucha de hoy para preservar los valores de la democracia liberal. Solo ahora, 74 años después de la Segunda Guerra Mundial, la familia y la compañía están lidiando con su historia oscura y complicada. En marzo, se filtraron en un diario alemán los primeros datos sobre el maltrato de los trabajadores forzados en la empresa. Los descubrimientos de actividades nazis en las corporaciones alemanas son algo muy frecuente en Alemania. Parece que después de todo, los crímenes de los Reimann no fueron tan graves como, por ejemplo, los de muchas compañías más grandes relacionadas con los campos de exterminio y la expropiación de empresas judías. Pero estas revelaciones tuvieron repercusión a nivel mundial. El conglomerado de empresas tiene unos 180.000 empleados, muchos de ellos han contado que son acusados de “trabajar para nazis”. Ha habido amenazas de boicot; este mes, el Boston Globe publicó un artículo mordaz con el titular: “Descubrí que el dinero nazi está detrás de mí café favorito. ¿Debo seguir bebiéndolo? La indignación se ha desatado sin que el público conozca en todo detalle esta historia es que la historia de la familia Reimann es una de víctimas y perpetradores. Los herederos son parte de la historia de los judíos y de los nazis. En una serie de entrevistas con The New York Times, miembros de la familia Reimann hablaron públicamente por primera vez sobre el escándalo nazi. Revelaron la historia del padre judío de Emilie Landecker, Alfred, y describieron cómo su asesinato ha obligado al clan a considerar no solo el pasado, sino también el futuro. Los Reimann dicen que gastarán parte de su fortuna privada para honrar la memoria de Alfred Landecker, su abuelo judío. Una donación única de 10 millones de euros (aproximadamente $ 11.3 millones) se destinará a instituciones que ayudan a los ex trabajadores esclavos y sus familias. Los Reimann también están cambiando el nombre de su fundación familiar por el Alfred Landecker, también una manera de homenajear el nombre de millones de asesinados por los nazis, duplicando su presupuesto a € 25 millones anuales, mientras que ceden el control de la junta a un consejo independiente. La fundación financiará proyectos que “honran la memoria de las víctimas del Holocausto y del terror nazi”, y hay planes de financiar al menos una cátedra universitaria en Alemania a nombre del Alfred Landecker. Un nuevo sitio web para la Fundación Alfred Landecker dice que su misión es educar “sobre el Holocausto y el terrible precio que se paga cuando reinan la intolerancia y el fanatismo”. Continúa: “La intención es ayudar a fortalecer nuestra capacidad para reconocer los inicios de semejante odio y resistir una repetición de tales eventos espantosos”. Casi todas las compañías alemanas que han existido desde hace bastante tiempo tienen una historia sobre el pasado nazi. Mucho lo dijeron. Pero otros no, Bahlsen, el fabricante de galletas, encargó un estudio sobre sus años de guerra solo el mes pasado, después de que una joven heredera restara importancia al uso por parte de la compañía del trabajo esclavo. Harf, el presidente de JAB, está de acuerdo. Dijo que recientemente había leído “El Orden del Día”, una novela histórica de Éric Vuillard ambientada en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. En febrero de 1933, Hitler y el presidente del Reichstag les pidieron a 24 industriales alemanes apoyar financieramente al partido nazi. Los empresarios, de empresas que aún son nombres corporativos alemanes destacados, como Siemens, Bayer y Allianz, abrieron sus billeteras. “En la historia, las empresas han habilitado a los nazis”, agregó. “No debemos cometer el mismo error hoy”. Luego citó al sobreviviente del Holocausto Simon Wiesenthal: “Para que el mal florezca, solo se requiere que los hombres buenos no hagan nada”. Añadió: “Como los sucesores y descendientes de personas que cometieron actos horrendos, es vital que nuestra generación acepte lo que ha sucedido, que hagamos todo lo posible para brindar tolerancia e igualdad a las comunidades en las que vivimos, y para garantizar que “Las acciones de Albert Reimann, padre e hijo son parte una historia que nunca deben repetirse “Lo que y cómo podemos aprender de la historia es la base de esta fundación”, dijo Norbert Frei, presidente de su consejo asesor académico. Un respetado historiador alemán en la Universidad de Jena, ha dirigido investigaciones sobre los pasados nazis de otras compañías, incluido Bertelsmann. “No se trata solo de investigar y recordar el pasado”, agregó. “Se trata de estabilizar y mantener la democracia hoy”. Fuente: By Katrin Bennhold ,June 14, 2019 Por Alicia Benmergui |