FALLECIÓ LA PRIMERA DAMA DEL PIANO ISRAELÍ: PNINA SALZMAN, “PREMIO ISRAEL 2006”
A través de Internet nos enteramos que el sábado 23 de diciembre de 2006 falleció en el Hospital Ichilov de Tel Aviv, a la edad de 84 años, la primera dama del piano israelí Pnina Salzman.
Inmediatamente me vino a la memoria una audición radial de trasnoche por “Kol Israel” (Onda “B”), de hace casi cuatro años (enero del 2003), a raíz que cumplía 75 años con el piano. Ella nació en Tel Aviv en 1922.
Recuerdo que fue tal el impacto de lo escuchado que, ni bien finalizó la audición, anoté algunas líneas. Durante la semana traté de averiguar sobre su vida personal y artística, datos que también volqué en mi libreta de viajes.
Terminó de cerrarme el circuito, cuando encontré, después de una intensa búsqueda, un programa del concierto que ella brindó el 23 de junio de 1991, en el hotel “Dan Caramel ”,Haifa, cuando volviendo de un interesantísimo viaje por Rusia y Polonia, pasamos 12 días en Israel. Y es lo que trataré de relatarles.
Niña prodigio
La madre era maestra jardinera, una mujer con sentido artístico. Tenían un piano en la casa, aún antes de que ella naciera, y cuando comenzó a caminar, la meta era siempre, ir hacia el piano. No recordaba cuándo no tocó. Tocaba todo lo que escuchaba: canciones que se cantaban afuera y las que se cantaban en el jardín. En el jardín tenían una orquesta de castañuelas, platillos y tambores y ella era la percusionista. Cada día venía una maestra de música para los niños, y todos tocaban juntos. No recordaba cuándo exactamente comenzó a tocar, pero cuando cumplió seis años la mamá le preguntó si quería aprender piano, y ella, contestó afirmativamente. Cuando la maestra vino a su casa por primera vez, la niña le mostró lo que había aprendido a tocar de oído, y así fue como comenzó su romance con el piano.
Toda su vida, la dedicó a la música en general y al piano en particular, como lo afirma reiteradamente: “Sencillamente no sé hacer otra cosa”.
Su maestro: Alfred Cortot (1877-1962)
Sin duda, el pianista que más influyó en ella y a quien admiraba desde su infancia fue Alfred Cortot. Cuando él venía a Israel a dar conciertos, solía ejercitarse antes de la actuación en lo de su maestra, Lena Hupenko.
Pnina contó que un día, cuando fue a su clase de piano, quiso como siempre, entrar un poco en calor. Ella vio que alguien estaba sentado en el taburete. Le dijo: ´ahora necesito tocar´, pero él no contestó, después de todo no entendía hebreo. Nuevamente le explicó que era su turno y otra vez no se movió; entonces lo empujó. El maestro se levantó y ella se sentó a tocar; y tras escucharla, llamó a la Sra. Hupenko y le pidió que llamara a su madre. Aquel mismo día la invitó a ir a estudiar con él a Paris. Al día siguiente, la mamá comenzó a liquidar todos los asuntos en Israel, y viajaron al poco tiempo a Paris; la mamá, el hermano Iair, que tenía entonces cuatro años, y ella de ocho.
Para la alumna, su maestro era un ídolo… uno de los mayores pianistas del mundo. Era un poeta, el poeta de la música. Cuando llegó Pnina a Paris, el Mestro se ocupó de todas sus necesidades. Nunca pagó por una clase de música. Le envió un piano a la casa, que nunca supo quién lo pagó.
La presentó ante la familia Rothschild, donde se ocuparon de ella, y cada mes su madre recibía un cheque para la manutención. Todo eso hizo Alfred Cortot por la niña prodigio.
Según la pianista Salzman, su maestro era un gran intelecto, escribió muchos libros, y lo admiraba infinitamente, pero nunca supo, que clase de persona era. En su vida jamás habló con él. Al comienzo de la clase le decía ´buenos días maestro´, y al finalizar la clase, ´gracias, maestro´. A eso se limitaban las palabras entre ellos. Nunca conversaban acerca de nada, sólo sobre la clase y sobre la música. Qué tipo de persona era, no tiene idea; sólo sabe qué clase de artista era y qué enorme intelecto fue.
Ella cree que así debe ser. En Israel cada alumno se permite llamar por teléfono a su maestro y hablar con él una hora. Ella tampoco con su maestra, la Sra. Hupenko, hablaba nunca por teléfono. Aquella era una relación maestra alumna exclusivamente.
En Paris
Cuando llegaron a Paris, no sabía absolutamente nada de francés. Viajaron desde el puerto deIafo hasta el barco en una lancha. Luego navegaron unos diez días sobre la cubierta hastaMarsella. No tenía la menor idea de que había camarotes en el barco. La mamá no tenía dinero para comprar boletos completos de barco (ellos consiguieron boletos de tránsito únicamente). Los marineros a veces les traían comida. Sólo después supo, de repente, que en el barco había camarotes.
En Paris no estudió únicamente con Cortot. Después de finalizar en su escuela, llamada “Ecole Normale de Musique”, ingresó al Conservatorio Nacional de Paris. Asimismo, estudió con una maestra excepcional llamada Magda Tagliaferro (1893-1986), que era discípula de Cortot y empleaba el mismo estilo de enseñanza.
Los primeros conciertos
El primer concierto lo había dado en Israel, antes de viajar a Francia. A la edad de seis años y medio ya había subido a un escenario. Era un concierto de alumnos, en el marco del colegio. A los ocho años tocó con la orquesta filarmónica en el salón ´Ohel Shem´ en Tel Aviv un concierto de Haydn. Y después en Paris daba todo el tiempo conciertos. A los nueve y diez años se presentó en muchos recitales y conciertos con orquestas.
Antes de volver a Israel, dio un concierto con una orquesta bajo la dirección de Paul Paray(1886-1979). Ella tocaba el sábado, y el gran violinista Bronislaw Huberman, fundador de la Orquesta Sinfónica de Israel (1882-1947), el domingo. El ensayo lo hicieron el mismo sábado, él y Pnina Salzman. El gran violinista la escuchó y escribió a la orquesta filarmónica: ‘es algo infrecuente en la vida de un artista vivir una experiencia como la que me tocó, cuando escuché a esta niña´.
Ya en las primeras vacaciones en Israel después de ese episodio, la invitaron a dar un concierto, y desde el momento en que regresó no tuvo que luchar para poder actuar. Hubermandijo lo que dijo, y ella tocaba con la filarmónica casi todos los meses.
Cuando estaban en Paris, a la mamá le gustaba enormemente divertirse, salir todos los días al teatro y conciertos, y la llevaba con ella. Pnina quería ejercitar, y ella la instaba a dejar de tocar y acompañarla. A la mamá le gustaba mucho estar sentada en los conciertos cuando su hija tocaba y cosechar la gloria, pero ella no entendía que para eso debía ejercitarse y mucho. Pnina,necesitaba y quería ejercitarse al piano permanentemente.
Tenía un compromiso. Era seria y eso le gustaba, y además quería complacer a sus maestros. Ella recordaba que cuando le daban para tocar una obra nueva, iba a la casa de música, compraba la partitura, y mientras volvía a su casa leía la obra, y ya comenzaba a tocarla mentalmente. Más de una vez casi la atropellan haciendo eso.
Llegaba a casa y enseguida se sentaba frente al piano. No quería en absoluto jugar con amigos. Lo que no hay, no se conoce. Ella comentaba: “No tuve una infancia normal, ni sabía que eso existe. Pero jugaba mucho con mi hermano Iair, que era cinco años menor que yo. Él era mi amigo. Estudió en Paris. Hablábamos entre nosotros francés, también cuando volvimos a Israel. Todos mis conciertos los tocaba para él, y él me daba la mejor crítica. Era muy musical. Era la persona que más quería, de verdad que lo quería. Iair murió durante la Guerra de Liberación, y ese fue un golpe tremendo para mi, hasta ahora”.
De Palestina a Israel
Cuando regresó a Israel tenía 16 años. El porcentaje de personas que asistía entonces a los conciertos era muy numeroso. Todos los refugiados de Europa, y la “aliá” de los “iekes”(inmigrantes provenientes de Alemania) en particular, era un público muy cultural. Venían a los conciertos con partituras. Se reunía con ellos y en esos encuentros, aprendió mucho. Todos estaban involucrados en los conciertos. La gente la encontraba en la calle y le hablaban del concierto y lo analizaban. Público y artistas eran una sola unidad.
Lo mismo con los teatros. Tras la “première”, se reunían en el café “Kasit”, de Tel Aviv. Nathan Alterman, poeta, periodista y traductor (1910-1970) y Abraham Shlonsky, poeta y traductor (1900-1973), estaban sentados allí, y tras la función venían los actores, y todos hablaban de la interpretación. Y después de los conciertos hablaban de la música. Y eso era algo, según Pnina,que los caracterizaba. En ningún otro lugar del mundo era así.
En la actualidad, en las escuelas, en la academia y en el conservatorio, afirma ella, el nivel de los alumnos y maestros es muy alto. Hay muchísimos talentos. Pero los nervios están a flor de piel por todo lo que sucede aquí; no es como en Francia o EE. UU. Los israelíes que viven allí no tienen todas las preocupaciones que son nuestro pan de cada día. Los israelíes en el extranjero están más tranquilos. Hay una gran diferencia entre ellos y aquellos que sirven aquí, en el ejército tres años y no tocan para nada. Es una gran diferencia.
Fomento y avance de la música israelí
Pnina Salzman cree que su aporte al fomento de la música israelí, se manifiesta cuando interpreta obras israelíes, obras de compositores israelíes; y sigue interpretando en cada oportunidad que se le presenta.
Si un compositor escribe una obra y nadie la ejecuta, ella permanece en el cajón.
Pnina interpretó las obras de los compositores israelíes, y eso los estimuló a escribir más y más. Hubo compositores que escribieron para ella obras, y las tocó con orquestas en todo el mundo. Eso es lo que se llama difundir la música israelí y a través de ella, a sus compositores. Asumir una parte activa en lo que ellos hacen.
Pnina relató que en el año 1947, hubo en Paris un gran concierto bajo la batuta del MaestroCharles Münch (1891-1968). El realizó un concierto de música “palestina”, dado que en 1947 todavía no tenían un país. Ella tocó un concierto de Marc Lavry (1903-1967), y él dirigió una sinfonía de Paul Ben-Haim (1897-1984) y una obra de Menachem Avidom (1908-1993);Salzman era la solista “palestina”. Durante los ocho años que estuvo en Paris la llamaban, “la petite palestinienne” (la pequeña palestina).
Desde 1948 fue la primera israelí. En 1948 viajó a Sudáfrica. Toda la publicidad era acerca de“la pequeña palestina”, y allí se transformó en “la pequeña israelí”.
Siempre en Israel y grandes emociones
Nunca abandonó Israel; según ella la mayoría de los artistas talentosos se fueron al extranjero. Desde su país, Israel, resulta muy difícil hacer una carrera. Es verdad que tocó en todo el mundo, viajó mucho, pero no es como vivir en el extranjero. Y no optó por irse porque le parecía una “traición”…
Ella también relataba que los momentos más emocionantes para su persona fueron aquellos, cuando sentía que tocaba bien. El momento en que sonaba bien, cuando percibía que el piano le respondía. No un concierto en un lugar famoso, como el Carnegie Hall le producía esa sensación. Sólo el tocar, se lo provocaba. Esos eran, para ella, los instantes felices.
Otro momento inolvidable fue en Rusia, en 1963, en tiempos de Jrushchov. Los judíos teníanprohibido reunirse con ella. Las entradas se vendieron inmediatamente, en dos horas. Sobre el anuncio estaba escrito en grande ´Israel´.
A saludarla al camarín no vino nadie. Tenían miedo. Pero todos, todo el público la esperaba afuera, en la nieve, en el frío. Era emocionante. Tenía allí familiares, primos hermanos. Sabía que estaban allí. Por segunda vez llegó a Moscú como integrante del jurado en un concurso. Ya era después de la “Perestroika”. Entonces los conoció, los visitó en su casa.
Mucha emoción y reconocimiento sintió en Iom Haatzmaut de 2006 cuando fue distinguida con el“Premio Israel”, por su enorme contribución al fomento y avance de la música israelí en el país y en el extranjero.
Por lo que pude averiguar en estos días, la recién fallecida artista, el último tiempo, prefería tocar en una formación de cámara; pues para tocar sola, hacía falta mucha más fuerza. Ella tocaba con orquesta. Todos los recitales solistas, según ella ya los había tocado; quedaban todavía algunas obras de cámara que aún no había interpretado. Era muy agradable, según ella, dejarle al segundo que se destaque. También es necesario saber acompañar; se aprende de eso mucho. También solía decir últimamente: “A veces debe uno borrarse, para que otra persona interprete el tema”.
Hasta el último tiempo, Pnina siguió ejercitándose y trabajando diariamente. Enseñaba en la universidad, era profesora emérita, y continuó enseñando mientras pudo. Sencillamente sentía que los alumnos no dejan que se vaya.
A su última morada en el Cementerio Ha Yarkon de Tel Aviv la acompañaron su hija Iaíra Yasmin, sus dos nietos y centenares de alumnos y admiradores.
Quisiera finalizar estas líneas sobre la eximia pianista con unas palabras que Pnina Salzmansolía repetir con frecuencia el último tiempo, cuando era interrogada acerca de su vitalidad…tal vez su fuerza y su talento, venían de Dios…!
Por Moshe Korin