Un análisis sobre la Novela Tela de Sevoya y su autora Myriam Moscona.
Amor y homenaje a la Dulzura del Ladino
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Un análisis sobre la Novela Tela de Sevoya y su autora Myriam Moscona. La protagonista de Tela de Sevoya, mexicana, viaja a Bulgaria en busca de la casa de sus padres, de su historia y del ladino, la lengua familiar que los judíos sefardís se llevaron consigo de la España medieval. En esta obra se entreveran anécdotas, dolorosos episodios de la infancia, sueños, poemas, testimonios, así como diálogos con una abuela mal encarada y hablante de aquella lengua. El lector será testigo de momentos históricos que, entre otros, remiten a la expulsión de los judíos de España en el siglo xv. El lector se sentirá conmovido ante las descripciones que retratan la llegada de los migrantes judíos a sus nuevos países. Se trata, en suma, de una obra donde la dulzura del ladino, con su extraña ortografía, encabeza este relato a través de páginas rescatadas, transcritas, investigadas, imaginadas e incluso soñadas por la voz narrativa “Mi abuela tiene un momento de lucidez antes de morir. Está al pie de su cama cuando suspira jalando aire como si fuera a encender un motor. La tomo de la mano y le digo al oído: “Abuela, ¿me perdonas?” Voltea la cara y me dice: “No. Para una preta kriatura komo sos, no ai pedron”. El siguiente texto es una síntesis de un reportaje realizado por Alejandro Meter a Myriam Moscona, donde ella nos cuenta porque tuvo la necesidad de escribir esa novela: Tela de Sevoya. La escritora considera que el desplazamiento ha marcado sui destino: el desplazamiento familiar y también el desplazamiento creativo…” Imagínate, ¿cómo no podrías amar el judeoespañol. . . un lenguaje hecho a partir de desplazamientos geográficos, lingüísticos y familiares?” “La deuda que tengo con mi herencia se convierte en una declaración de amor por lo que he perdido, como si lo que tengo entre mis manos pudiera ser la posibilidad de reconstruir algo que está dormido y olvidado.” A la pregunta de Alejandro Meter sobre la importancia de la memoria histórica y la recuperación de un pasado que puede reconciliar una larga historia familiar de migraciones y exiliados, ¿cómo experimenta esta intersección en su escritura? Moscona respondió que “Un lenguaje es la memoria histórica. A veces conserva la información y los giros de frase que las personas han olvidado, pero el lenguaje no olvida. En el caso de la comunidad sefardí, el lenguaje sirvió como un agente vinculante que unía a hombres y mujeres a través de geografías lejanas, llevando esas palabras como una manera inconsciente y placentera de permanecer unidos. Muchas familias sefarditas hablarían sobre la llave de Toledo, la llave que usarían para cerrar sus casas cuando fueran expulsados ??de España. Mi abuela materna solía referirse a la llave que heredó de sus abuelos, que habían heredado de sus lejanos ancestros. No sé si la historia de la llave de Toledo es una ficción, porque, curiosamente, aparecióen documentos del siglo XIX, pero no antes. Sin importar, esa llave emblemática cumple una función entre esas migraciones y desplazamientos. También a nivel metafórico (y estoy hablando aquí de mi propia escritura), juega un papel fundamental, ya que es capaz de recuperar una combinación de palabras que me llevan, todos los días, a una conexión más profunda con mi propio idioma. Y, por otro lado, con mi historia familiar. Las identidades pueden ser un obstáculo y una fuente de conflicto entre las personas y las naciones cuando se transportan erróneamente como una bandera. Pero es una historia diferente cuando reconocemos que nada nos hace mejores como seres en el mundo que nuestras diferencias. Y por otro lado, con mi historia familiar” Cuando Meter le preguntó a Myriam como se siente y vive este reconocimiento sobre el éxito de crítica que tuvo la novela ni bien se publicó la primera edición en México y el Premio Villaurrutia, que le fue otorgado, uno de los premios literarios más importantes del continente La escritora respondió que las reacciones de la gente son una fuente de continua sorpresa (más que por los críticos). No ha habido una sola semana en que no haya recibido un nuevo testimonio de un lector. Por supuesto que es reconfortante. “Una vez, cuando mi texto aún estaba en proceso, le leí un pequeño fragmento a mi hermano. Tenía que ver con un momento biográfico donde él era el protagonista. Definitivamente estaba emocionado, pero dijo: me encanta, pero no creo que a nadie le importe esta historia de una radio que te regalé en nuestra infancia y un lenguaje que ya nadie habla”. Como venganza por su comentario, de vez en cuando le enviaré un correo electrónico con el testimonio de una persona que no conozco y le diré: “¿Ves? A ellos les importó. “Una vez escuché a un colega decir que la obligación de un escritor es escribir al menos un buen libro. Y a veces, cuando me siento inmodesta, creo que ahora no voy a ir al infierno de los escritores.” Meter interrogó a Moscona si cree que por el hecho de que al tratarse de una novela escrita en español pero también en ladino o judeoespañol, Tela de Sevoya constituye una especie de lucha contra el olvido, en términos de cultura y experiencia sefardí en las Américas y también sobre como considera el estado de la lengua en la actualidad y si piensa que el Ladino tiene un futuro, tanto en el uso popular como en la literatura Para Moscona el Ladino es un fenómeno cultural y lingüístico único y además piensa que más allá de la cuestión de la pertenencia a la comunidad, es tremendamente interesante para cualquier hablante de español. Escuchar sus palabras es como ver su propio idioma en la infancia, e incluso antes: en un estado incipiente. Este idioma fue hablado durante cinco siglos por personas que estaban totalmente alejadas del español. Es decir, la lengua materna de todos esos hablantes podría ser turco, búlgaro, macedonio, italiano, griego, francés, rumano, etc. ¿No parece singular que hablen su lengua materna en la calle y dentro de sus hogares? ¿Cambiaría a este arcaico español? La biografía del judeoespañol es maravillosa y trágica. Que tenga o no futuro es un tema de debate, ocasionalmente entre posiciones muy antagónicas. Casi nadie lo usa en este momento. Los últimos hablantes de la lengua se están muriendo. Hay muchas iniciativas académicas que buscan preservarlo, y también hay escritores aislados, pero como saben, un idioma no se mantiene vivo por decreto. Lo que es indiscutible es que debería haber algún tipo de recuerdo, basado en el sonido, literario o poético, que marque su paso por el mundo. “Me da pena hablar de eso. Es como si estuviera al lado de una persona amada en su lecho de muerte. No lo sé. Seguramente hay otras opiniones al respecto. Hay quienes piensan que no morirá. Me gustaría que estuvieran en lo cierto, pero si ya no hay niños que lo escuchen a diario, si no es usado por alguien que no sea un puñado de personas mayores, ¿cómo llegaría a mantenerse vivo, entonces?” “Myriam Moscona es una escritora mexicana, autora de numerosos libros de poesía que incluyen Las visitantes, De par en par, Negro marfil / Ivory black y, más recientemente, Andina. Recibió una beca Guggenheim y el Premio Xavier Villaurrutia por su primer trabajo narrativo, Tela de Sevoya. |
Tradujo Alicia Benmergui
Fuente Alejandro Meter.Jewish Currents,4-12-2018