TUNEZ: LA ÚLTIMA COMUNIDAD JUDÍA
EL SUEÑO DE IR TODOS JUNTOS A ISRAEL
Detrás de la Gran Sinagoga de Yerba, en el cementerio judío de arena, se hallan rotas lápidas, pero no fueron vándalos quienes las rompieron.
Cientos de familias judías se han marchado de esta comunidad de la isla de Túnez en las últimas cinco décadas, y con ellos se llevan los restos de sus familiares, dejando solo las losas de mármol allí. “Hay huesos que tienen 80, 90 años de edad. Cuando se los extrae se pueden romper “, dice Yossif Sabbagh, que ayuda a exhumar alrededor de una docena de cuerpos cada año para que sean transportados a Israel, donde se han mudado la mayoría de los judíos nacidos en Túnez.
Este vuelo de los muertos presagia un futuro sombrío para los judíos de Djerba, que remontan su llegada a esta isla del norte de África hace más de dos milenios, tras la destrucción del primer templo de Jerusalén en el año 586 antes de Cristo. Una vez fueron la rama observante tradicional, de una comunidad judía vibrante que contaba con 100.000 integrantes en todo Túnez. Pero en Djerba solo quedan 1.100 luego de que la mayoría huyó de las persecuciones entre los años 40 y 60.
La mayor parte de la comunidad se ha trasladado a Israel, donde como judíos tienen derecho a la ciudadanía automática, pero su éxodo también podría poner fin a una de las últimas sociedades judías en el mundo árabe. Pero también hay una nueva vida en Djerba,- cerca de 30 nacimientos al año, de acuerdo con el rabino jefe de Túnez y residente en Djerba, Haim Bittan. En comparación, en la comunidad en Marruecos – la única en el mundo árabe que es mayor que la de Túnez – son todos ancianos. Las comunidades egipcias, libanesas y sirias se han reducido a unas pocas docenas, y los judíos casi han desaparecido por completo de Libia y Argelia.
A fines de mayo, las multitudes llenaron la sinagoga de Ghriba, adornada con azulejos blancos y azules en Hara Sghira, el más pequeño de dos enclaves judíos en Djerba, como parte de la peregrinación anual que ha atraído a personas ajenas a la isla. Los peregrinos encendieron velas en el santuario y colocaron huevos cubiertos con deseos escritos a mano sobre el piso de la sinagoga. Del otro lado de la calle la gente cantaba, comía cuscus con pescado y bebía aguardiente de higo y cerveza en un patio soleado donde flameaban las rojas banderas tunecinas.
Se estaba festejando Lag Baomer, que rinde homenaje al místico judío Rabí Shimon Bar Yochai del siglo II, y este evento es claramente un punto de orgullo local.
En 2011 este acontecimiento fue cancelado en medio del tumulto de la revolución tunecina que derrocó al dictador Zine el Abidine Ben Ali, que en gran medida protegía a la comunidad judía del país. Más tarde el festejo fue restablecido y el gobierno actual premió a la comunidad porque su celebración ha representado de alguna manera el símbolo de la estabilidad del país. Sin embargo, tres grandes ataques terroristas desde el comienzo de 2015, junto con una infiltración por el grupo extremista Estado Islámico (Isis) sólo a una hora en coche al sur de Djerba, ha planteado graves problemas de seguridad.
El festival de este año se llevó a cabo bajo fuertes medidas de seguridad, incluyendo los puestos de control vigilados por las fuerzas especiales y un camión militar montado con un arma automática pesada. En el primer día de la peregrinación, Abdelfattah Mourou, vicepresidente del parlamento y vicepresidente del partido moderado Ennahda Islámica, abrazó al rabino Bittan fuera de la Sinagoga Ghriba. “Túnez protege a sus Judios”,dijo Mourou. “El fanatismo conduce a la existencia de una cultura única. La existencia de muchas culturas diferentes nos permite aceptarnos los unos a los otros”.
El gobierno israelí no estaba convencido con el aumento de la seguridad: en las semanas previas al festival de Ghriba se emitió un aviso de advertencia a sus ciudadanos para que evitaran viajar a Túnez. Pero Pérez Trabelsi, de 74 años de edad, el presidente del festival, señaló que Israel ha emitido la misma advertencia cada año desde la revolución. “En realidad no hay peligro”, dijo. “Tenemos la libertad para salir, pero no vamos a ninguna parte.” Desde 2011, el rabino Bittan estima que 30 judíos han dejado Djerba, y muchos más están considerando mudarse a Israel, pero nos es por temor a ataques de extremistas islámicos, como muchos sugieren.
Para la comunidad judía de Djerba, se trata de oportunidades. Shiran Trabelsi, de 23 años, enseña en el cuarto grado de la escuela en Hara Kebira, el mayor de los dos enclaves judíos. Ella recuerda su visita a los abuelos en la ciudad costera israelí de Ashkelon en 2006. “Yo estaba en un mundo diferente,” dice ella. “Allí hay árboles y todo está floreciendo, es verde y limpio. Cuando llegué aquí, me sentí como si no hubiera de color en la ciudad”.
Trabelsi dijo que los judíos de Djerba deberían trasladarse a Israel en masa – a pesar de que reconoce que no se mudaría sin sus padres o un marido. La maestra jardinera Yiska Mamou, de 24 años, estudió economía en la educación pública, pero, al igual que la mayoría de los judíos en Djerba, no irá a la universidad para recibir educación superior. Ella, también, quiere ir a Israel, porque después del trabajo “no hay nada que hacer aquí, salvo ir a casa y limpiar. “Es un lamento repetido por muchas jóvenes mujeres judías, cuya presencia es clave para la supervivencia de la comunidad, pero que añoran la posibilidad de ir a Israel con sus familias.
También los jóvenes sueñan con irse pero con un ojo en la seguridad económica. Como muchos judíos en Djerba, Yoni Haddad se dedica al comercio de joyería. La comunidad es conocida por la elaboración de tocados y collares de novia de filigrana de plata o enchapadas en oro que son muy populares entre las novias musulmanas,una especialidad que ha sido trasmitida de generación en generación.
Pero en los meses recientes los comerciantes judíos y musulmanes han sufrido duramente la pérdida representada por la ausencia de turistas después de que hombres armados, irrumpieron en un hotel en la playa, en Susa, en el verano de 2015, matando a 38 personas, la mayoría de ellos turistas británicos. Para Yigal Palmor, portavoz de la Agencia Judía, una organización quasi gubernamental que promueve la inmigración a Israel, es esta incertidumbre, tanto económica como política, lo que hace más atractivo a Israel. “Hay muy poco futuro para cualquier comunidad judía en cualquier país árabe a no ser que las cosas cambien drásticamente. Incluso si son tolerados no creo que tengan un futuro real allí “, dice.
Por ahora, los judíos de Djerba están educando la próxima generación con una identidad dividida. El jueves por la tarde, Elinor Haddad, está limpiando la cocina de la casa familiar en la preparación para el Shabat. Su hermano mayor acaba de regresar de un viaje patrocinado a Israel, y Elinor lleva un brazalete que le compró como regalo. Ella no puede hacer el mismo viaje porque dice que el Rabino Bittan se opone a que las chicas viajen solas.
Para evitar la asimilación en la sociedad tunecina, hay una escuela secundaria sólo para chicas donde Haddad enseña con un plan de estudios israelí. Haddad habla hebreo con fluidez, junto con el árabe. Las costumbres israelíes se han filtrado también en la vida hogareña. La cena del viernes por la noche en la casa de Haddad será la comida tradicional judía tunecina de cuscús, pero el almuerzo del jueves fue schnitzel de pollo – una comida israelí común importada por los inmigrantes judíos europeos.
El jueves por la noche, Elinor se ríe con sus amigos en la antesala de la sinagoga Ghriba, mientras los peregrinos pasaban. Por lo general, dijo, ella se sienta con amigos detrás de puertas cerradas. La peregrinación es la oportunidad de ver y ser visto, dijo. “Si tuviera la oportunidad de trasladarme a Israel me gustaría ir,” dice Haddad. “Pero está bien aquí también.”
En el cementerio, Sabbagh dijo que también había considerado mudarse a Israel, pero vaciló debido al mayor costo de vida. Cuando su padre murió, Sabbagh y sus hermanos llevaron el cuerpo a Israel y lo sepultaron en Jerusalén. Sin embargo, para las tumbas más antiguas, dice. “Creo que los huesos deben permanecer en sus tumbas.”
Tradujo por Alicia Benmergui
Fuente: theguardian. Daniella Cheslow in Djerba f. Friday 24 June 2016