HERMANOS MARISTAS SALVAN NIÑOS JUDÍOS DURANTE LA 2° GUERRA

HERMANO ALESSANDRO DI PIETRO   “Justo entre las naciones”

Hermanos Maristas salvan niños judíos durante la guerra

Por Carlos Fariello Gamarra (Uruguay)

Especial para MILIM REVISTA DIGITAL

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Niños judíos del Colegio San Leone Magno Roma

Durante la Segunda Guerra Mundial fueron muchos los religiosos maristas que contribuyeron a salvar vidas de ciudadanos de origen judío, en diferentes países de Europa.

Destaca entre muchos, la figura del Hermano Alessandro Di Pietro quien fue el Director de la escuela, en el Colegio San Leone Magno, de Roma, en esos años durante los trágicos momentos de las redadas de judíos en la ciudad y  asumió la enorme responsabilidad de recibir y ocultar a unos veinte niños judíos y a algunos adultos.

Entre 1943 y 1944, el H. Alessandro, arriesgando su propia vida y la de la comunidad de los hermanos, asumió la responsabilidad de acoger y mantener ocultos a judíos, adolescentes y adultos, en las instalaciones del Instituto San Leone Magno, situado en aquella época en Via Montebello, cerca de la estación de Termini.

Hermano Alessandro Di Pietro

Hermano Alessandro Di Pietro

El Hermano Alessandro cuenta: “Las leyes contra los judíos provocaron una afluencia a nuestro colegio, incluso, de alumnos judíos; se recibió a veinte, entre italianos y extranjeros con falsa tarjeta de identificación expedida por funcionarios del registro civil en Roma. La única condición para su aceptación fue que los judíos se comportasen como los católicos, simplemente por motivos de seguridad, motivo que los padres razonables reconocieron y aceptaron voluntariamente: por lo tanto, oración, rosario, santa misa como todos los demás. Posteriormente, una de esas familias, se convirtió al cristianismo. Quizás fue eso lo que provocó que después de la guerra el Director fuese acusado ante Monseñor Traglia de haber obligado a niños judíos a convertirse al cristianismo. Todo terminó con una sonrisa compasiva.

También recogimos a ocho o diez adultos: un rabino de Polonia, dos especialistas alemanes, un General italiano y otros, la mayoría de ellos niños, fueron motivo de preocupación para nosotros.

En cierta ocasión nos avisaron secretamente de que íbamos a tener una inspección de las SS. Se tomaron precauciones y acuerdos con los adultos, pero gracias a Dios, la inspección nunca tuvo lugar. Sin embargo, sucedió que uno de los refugiados fue arrestado por la policía italiana durante un paseo que hizo para no estar siempre encerrado en la casa. Era un profesor alemán y reveló a la policía dónde estaba refugiado. Por suerte, el comisario era amigo nuestro, nos entregó a la persona y advirtió al director de que no volvieran a repetirse semejantes hechos.

Colegio San Leone Magno (Actualidad)

Colegio San Leone Magno (Actualidad)

Conseguir comida era nuestro principal problema: las cartillas de racionamiento asignaban poca cantidad y de mala calidad; era necesario recurrir a subterfugios. Utilizamos los vales para el tabaco: se podían cambiar por pasta, azúcar, aceite, mantequilla, sal… Nos las arreglamos de mil maneras para conseguir patatas, harina y alubias. Los Hermanos Angelo Oreggia y Graziano eran expertos en estos asuntos e incluso en conseguir y cargar en camiones gas y carbón que pagaban, no muy caro, “con dinero negro”.

Uno de los muchachos judíos recordó al Hermano, más tarde, solicitó y consiguió que el gobierno israelí proclamara al Hermano Alessandro Di Pietro “justo entre las Naciones” en una ceremonia celebrada el 16 de julio de 2001.

Su nombre está hoy en el “Jardín de los Justos”, en el Parque Yad Vashem de Jerusalén.

En París, en el “Muro de los Justos” de la calle Geoffroy l’Asnier, 17, se recuerda y homenajea a los religiosos maristas : André BAGNY (Hermano Louis), l’Arbresle; Hermano François ANGYAL, Budapest; Hermano Jean Baptiste BONETBELTZ, Budapest; Hermano Bernard CLERC, Budapest; Alexandre HEGEDUS (Hermano Joseph), Budapest; Hermano Albert PFLEGER, Budapest; Hermano Louis PRUCSER, Budapest; Ferdinand FISCHER, Budapest y Ladislas PINGICZER, Budapest.

Una placa en ese sitio reza lo siguiente:  “Bajo la capa del odio y la noche que cayó sobre Francia en los años de la ocupación, hubo luces, a millares, que se negaron a apagarse. Reconocidos como Justos por las naciones o envueltos en el silencio del anonimato, hombres y mujeres de todo origen y condición salvaron a personas judías de las persecuciones antisemitas y de los campos de exterminio. Haciendo frente a los riesgos que corrían, ellos encarnaron el honor de Francia y sus valores de justicia, tolerancia y humanidad”.

Simone Veil, cuya familia sobrellevó tanto sufrimiento, ha podido medir como nadie el coraje de aquéllos que se opusieron: «Los Justos no son hombres y mujeres que surgieron por azar, aun contando con que a veces bastó un encuentro, una circunstancia, para precipitar el destino. Lo que ellos tenían en común era esta parte de humanidad, esta parte misma de locura ante el peligro, que hace que nada se resista a la llamada del otro, ni el interés, ni el miedo, ni el egoísmo. Al albergar a niños en sus casas o en sus granjas, al abrir sus iglesias y sus conventos a familias enteras, al organizar fugas en los propios campos de exterminio, estos ciudadanos hicieron que se salvaran”

Seguramente todavía existen muchísimas historias ocultas de otros tantos religiosos que salvaron a niños,  mujeres y hombres judíos. Historias que irán saliendo a luz para dar testimonio de ese compromiso con la vida y la libertad.

 

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